Mi locura aun te grita, ¡oh! fuente de irreal cordura. Abraza mi mente insana, acaricia mis neuronas podridas con tu haz de luz. Ilumina la oscuridad de mi lóbrego ser, espérame al final del túnel oscuro. Mis brazos extendidos te buscan, sentado en una piedra de tu bosque verde agua, solo atino a reflejar mi rostro enfermo en el arroyo que corre por mis pies desnudos. Y a través de los halos bailarines que se forman en el agua, puedo verte, puedo verte con temor a levantar la mirada y no encontrarte. Tal vez sea mejor permanecer en mi demencia teniéndote ahí, mía.
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