jueves, 2 de marzo de 2017

TREN

Jueves, 02 de marzo

7:51 am
La estación del tren borbotea de calor, el vaho que sale de las veredas y de las entrañas de la tierra, donde descansan los oxidados rieles, no hace más que ahogarme entre sus vapores.

7:53 am
Al fin lo veo venir, el sol destella sobre su cuerpo de metal pintado del más pulcro blanco. Las puertas se abren para dejar pasar al mar de gente que sale del interior de la bestia. De esas entrañas calientes que ahora esperan absorberme como al resto de los mortales que esperan conmigo.

7:53:58 am
Ya dentro, el monstruo de metal se mueve como si de la digestión se tratara. Me agarro de uno de los tubos de metal que alcanzo. Incomodidad. Escucho un crío que llora. Cuando aprenderán las madres que sólo ellas los aman y los soportan y no tienen que hacernos parte de las malcriadeces de sus engendros.

Todos miran los celulares, sus pequeñas pantallas resplandecen en los rostros mecánicos que los miran con diferentes expresiones. Unos con preocupación del jefe molesto que ya a esa hora los está torturando; otros sonrientes, tal vez con algún amor que envuelve sus cabecitas inocentes en sueños de opio incumplidos. La mayoría con gesto indiferente como sus vidas.

Llegamos a la estación central donde se baja gran cantidad de gente y sube otro grupo igual. Yo no, por supuesto, yo tengo que esperar entre los otros esclavos un largo tramo más.

8:05 am
Al fin me siento, igual ya no falta mucho para bajar. Mi mirada se pierde en las ventanas, en las cuales, por la velocidad, se observa más que rayas de colores en lo que deberían ser paisajes urbanos. Rojo, azul, verde, amarillo, blanco, la vida se nos escapa entre ellos, cada día igual al anterior y al siguiente. Inhalo y exhalo nada.

Cierro mis ojos mareado e hipnotizado por los matices que se despliegan ante ellos.

De pronto, un ruido ensordecedor, mi cuerpo golpeado por un puño gigante que me hace volar unos metros apaleandome en un dolor masivo. Oscuridad.

…... am?
El líquido tibio mana por mi cabeza cegándome un ojo, se introduce en mi boca con su sabor ferroso, lo escupo, no lo soporto. Lamentos y gritos lastimeros me abrazan, trato de moverme pero el dolor es insoportable. La asfixia me consume, abro mi boca para tratar de no ahogarme.  Oscuridad a mi alrededor. Sacudo mi cabeza para despabilarme. El peso me ahoga, me aprieta, me tritura.

Al fin veo algo de luz entre el túnel en el que parece que estoy. Con mis brazos me hago un pequeño espacio para sacar la cabeza y tomo una bocanada de aire que salva mi vida por ese segundo. Miro alrededor.

Sobre mí,  cuerpos mutilados, retorcidos como un cienpies aplastado cuyas patas se agitan en los esténtores de la muerte. No tengo fuerza para quitármelos de encima y me van sofocando lentamente.

Miro en torno, apocalipsis, el noveno círculo del infierno desatado. Mitades de cuerpos salen desde el techo de la bestia, que ahora por un giro del destino, uno diabólico y sanguinolento, se convirtió en masacrado suelo.

Aquel niño malcriado ya no llora, los celulares están apagados y todos los rostros tienen la misma expresión.

Los gritos me enloquecen, intento salir de mi prisión de carne.

El fuego avanza, comienza a quemar mis piernas que atravesadas por algún fierro permanecen inmóviles. Se prenden, grito salvajemente, me cocino vivo.

Mi piel revienta ardiendo deformada en burbujas supurosas, mi vista se nubla, los gritos se acallan…….

8:15 am

“Próxima Estación, La Cultura”, alcanzo a oír la mecánica voz antes de abrir los ojos agitado y salir corriendo maldiciendo a Morfeo por haberme pasado una estación.