Las flamas encendidas en las
velas distorsionaban las imágenes que tenía tras ellas. El canto del famoso Cumpleaños
Feliz sonaba en mis oídos y yo sonriente esperaba que terminara para pedir mi
deseo y soplar las velas apagándolas. Los invitados alrededor de la mesa tenían
todos expresiones felices, todos estaban atentos a mí, me miraban esperando el
momento cumbre de la famosa canción. Todo
parecía ir en cámara lenta, pensaba cual podría ser mi deseo para este año, tenía
casi todo lo que quería en la vida, una linda casa, un buen empleo, una novia
fiel y todos estos amigos que nunca me dejarían.
Sonreí al escuchar los últimos compases
y me dispuse a soplar y apagar todas las velas de una, apoyé mis manos en la mesa, me incliné
acercando mi rostro al pastel y llené mis pulmones de aire listo para exhalarlo
sobre las azules flamas cuando un golpe seco me hizo mirar a un costado, la
cabeza de Pablo había caído sobre la mesa, con un gesto de fastidio me acerqué
a ella y acomodé su cuerpo pegándolo bien a la silla donde lo había sentado
junto con los demás. Le arreglé la cabeza para que no vuelva a pasar. ¡Que
rabia! Había arruinado el mágico momento, ahora deberé comenzar a cantar
nuevamente.
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