Estoy en la dulce espera, en mi
cama, mirando a la hipnótica ventana que da paso a la bóveda estrellada del
cielo nocturno. Acaricio mi cuerpo
cambiante en estos últimos meses.
Imagino como serás, tu rostro
transparente aún en mi mente. Tus manos, su temple, lo que me harás sentir al
tenerte entre mis brazos y lo que tu sentirás al tenerme contigo al fin.
¿Será verdad que al llegar tú, se
conoce otro mundo? Uno nuevo, con diferentes sentimientos, prioridades,
esperanzas y se olvida uno de la vida pasada con tantos problemas que ahora
parecen triviales.
Ya comienzo a sentir los dolores acrecentándose,
sé que ya llegas, mi mano es tomada a modo de apoyo en estos momentos cruciales
de mi existencia, el dulce tormento de la vida por la vida, para lo que
nacemos, para lo que nos preparamos desde que abrimos los ojos a la existencia.
El amor me rodea, ya preparada
para el último esfuerzo y verte finalmente.
¡Ahí estas! ¡Ya apareciste! Tan dulce como te imaginé, tus dedos largos
tocan los míos suavemente, estas sobre mi pecho, en paz y llenándome de ella.
Ya mis piernas hinchadas no sienten dolor, ya mi cabeza lampiña luce nuevamente
mi sedoso cabello castaño, mi piel plomiza se tornó nuevamente sonrosada y
entre tus brazos me llevas al nuevo mundo ofrecido ¡Bienvenida eterna gloria,
bienvenida oscura parca! ¡Bienvenida esperada muerte, al fin soy tuya!
Tremendo Mendiel! Consiguió su objetivo. Romántico, muy gótico. Ya no tiene que preocuparse por problemas triviales! Un abrazo
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario Anita. Celebro que te gustara mi pequeño relato. Besos.
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