Y ya al fin en el inframundo
Entre tanta muerte y cadáver pútrido
Saludo osada al de siete cuernos
Se oyen trompetas, ecos del infierno.
Seres sin pellejo se pasean lelos
Sobre mil cabezas que aplastan sin ganas
Mientras estas lloran y se desparraman
Yo paso mirando cuencas reventadas.
Las llamas me abrazan en rojas paredes
Chamuscan mi cuerpo dejándolo magro
Los demonios bailan en el cuarto círculo
Sus pezuñas pisan cuerpos condenados.
Me mira un demonio de siete cabezas
Sus lenguas partidas me tocan la piel
Me corta y rasguña con sus garras largas
Me mesa el cabello jalando cruel.
Los poetas mediocres tenemos un círculo
En el cual las letras se marcan con fuego
El hierro candente me cincela lento
Con mis propias letras desuellan mi cuerpo.
Arrancan mi piel a parte iguales
Me desangran viva a desfallecer
Me abren el cráneo de donde salieron
Las letras malditas a las cuales debo
El suplicio eterno y el ennegrecer.
*Si desea saber como llegué hasta el infierno; desde mi ataúd
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