*Relato presentado al Reto sobre Reencarnación de la Comunidad Relatos Compulsivos.
El rayo del sol se coló por la ventana dándome directamente en el rostro. Me estiré, como era mi costumbre, sobre la cama desordenada. Mi cabello siempre ordenado necesitaba un poco de cepillado tras una noche inquieta.
El rayo del sol se coló por la ventana dándome directamente en el rostro. Me estiré, como era mi costumbre, sobre la cama desordenada. Mi cabello siempre ordenado necesitaba un poco de cepillado tras una noche inquieta.
Bajé de la cama de un salto y
volví a estirarme ya de pie en el piso. Iba a darme mi baño acostumbrado cuando,
al pasar por el espejo, me encontré con un cuerpo extraño, un cuerpo que no era
mío en el que se encontraba mi mente.
Con desesperación comencé a correr por la
casa sin saber qué hacer, la consternación me invadió sin entender que había
pasado.
Mis miembros superiores eran
largos, terminados en unos muñones de donde sobresalían cinco apéndices que se
movían a mi voluntad. Los inferiores eran parecidos pero más largos y los
apéndices eran cortos y rechonchos en los cuales se sostenía mi cuerpo. Mi
hermoso cabello había desaparecido por lo cual me sentía desnudo. Sólo un vello
ralo protegía mi cuerpo en las extremidades y cabeza. Mi rostro, horripilante, tenía
cinco hoyos en él. Dos de ellos ocupados por dos esferas acuosas en las cuales
se reflejaba el mundo, dos que me perforaban el centro de la cara y el último,
del cual salía un apéndice más, rosado y húmedo, que hacia ruidos ininteligibles
al moverlo.
La forma de caminar de mi nuevo
cuerpo me parecía inestable, los muñones y apéndices rechonchos que me
sostenían en el piso, eran torpes y no me dejaban desplazarme con la agilidad a
la que estaba acostumbrado.
Traté de recordar que había
pasado la noche anterior, tal vez así resolvería el misterio de mi nuevo cuerpo.
Entre recuerdos fugaces y las
nubes escarchadas de mi mente solo recordaba un túnel oscuro por el cual iba
caminando antes de despertar en aquella cama. Un túnel lleno de paz, de esperanza,
un lugar de donde nadie querría salir.
¿Acaso es qué….? ¡No podía ser!
Yo apenas había salido a dar mi caminata diaria y …… ese auto….no paró….. y el
túnel oscuro con la luz al término…..¡la luz al final del túnel! como lo
describían todos los que habían regresado.
¿Entonces esta era mi nueva vida?
¿En este ser deforme e inferior? ¿Un ser que tendrá que servir, en algún
momento, al ser que fui?
Me miré enteramente en el espejo
estudiando todos los daños ocasionados en mi cuerpo con este cambio.
Mis orejas siempre alertas que me
daban un aire dulce y travieso, reemplazadas por un par pegadas a mi cara, sin chiste. Mis ojos, tan grandes, expresivos y brillantes eran ahora pequeños y
sin gracia. Mi cola, mi hermosa cola, había sido reemplazada por un par de nalgas
peladas y mi estilizado cuerpo de movimientos elegantes, con este envase torpe y
común ¡El cuerpo de un sirviente!
“¡Porca miseria, mira que
terminar reencarnado en un ser humano!” – expresé con mi nueva voz extrañando
mi viejo maullido.
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