Cabalgaba por las calles llenas
de niebla que no dejaban ver a mi corcel. Solo sentía el empedrado de las
veredas bajo las patas del animal que me sacudía a cada paso. Como un ente sin
alma y sin vida como era, sólo me guiaba mi instinto. Años pasaron pero nunca
la había olvidado, como olvidar su inocencia mancillada por mi noche a noche,
como olvidar su piel sin mancha que yo corrompí con tanto gusto, como olvidar
su cuerpo de niña que se tornó en mis brazos al de una hermosa mujer gozosa de mis
caricias. Como olvidar ese olor a jazmín y canela y esa blancura que ahora debe
haberse convertido en un plomo cadavérico ¿Me recordaría? Seguro que sí, nunca
un resucitado olvidaba a quien le había dado
la nueva vida. Mi error fue el no quedarme a criar a mi nueva criatura.
No, criatura no, ella no lo era.
Ella era mi obra de arte, mi hija, mi amante, mi esposa, el corazón que
reemplazaba el mío ya muerto.
Tal vez no pude resistir
semejante ser, semejante responsabilidad, semejante……..sentimiento.
El instinto, el hambre que secaba
mi garganta y mis venas secas me obligaron a cazar en el camino. Arranqué
cabezas, mutilé cuerpos con mis propias manos, no me conformaba con un simple
mordisco en el cuello. Eso era de vampiros comunes. Muchos dirán que soy un ser
que le quita la elegancia a los vampiros de buena sepa. Si, lo soy, no dejo un
par de hoyos en el cuello de los infelices que caen a mis pies. Ni un mordisco
en el noble cuello de las hermosas damiselas.
Yo me alimento de la misma vena
yugular arrancando la cabeza de un tajo, de la misma vena aorta abriendo el
pecho y extirpando el corazón con los dedos. De las venas y arterias de los
brazos y piernas que se sacuden cuando su cuerpo pierde la cabeza como gallinas
degolladas. Y si son damas jóvenes, la vena femoral es mi favorita, me llevo su
vida por donde ellas darían vida a un nuevo ser. Porque, si no lo saben
incautos ignorantes, la vena femoral, en las damas, llena el clítoris del
preciado vitae cuando las inocentes se excitan a mis caricias ¿pueden pensar en
algo más delicioso?
Pero regreso de mi ensueño, mis
recuerdos y mis cavilaciones. El olor es más fuerte que en mis recuerdos.
Es mi pequeña, mi joven asesina,
mi corazón extraviado y parece que el instinto que plasmé en ella ha hecho
efecto, puesto que su olor a jazmín y canela está hoy rodeado del olor a hierro
de la sangre, del olor al plasma que está recorriendo su cuerpo marchito con
ganas de seguir “viviendo”.
No pares corcel, encuéntrala, que
aunque me odie, la amará mi corazón.
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