“Es guapo” – me dicen mientras mi
pecho henchido se llena de orgullo y febril deseo. Mis labios se arquean hacia
arriba dibujando una sonrisa al saberte mío.
Tu barba dibuja tu rostro, lo
hace atractivo y salvaje, con mis ojos inquietos contemplo tu imagen, mi dedo
la delinea deseando tocarte.
Los recuerdos se arremolinan en
mi mente. Nuestras noches, nuestros días, nuestras horas. Cada vez que fui tuya
y fuiste mío. No puedo esperar tocarte
nuevamente.
Cierro los ojos y con candor me
acaricio el hombro con la mejilla sonrosada. Mis manos palpan toda esta piel
que es tuya, solo tú me la reclamas. Mis piernas en un suplicante gesto se unen
rozando muslos que no reemplazan tus lascivas caricias.
Mi busto, que adoras, sube y baja
llevado por mi agitado respirar al pensarte, al ensoñarte sobre ellos, al ver tu
rostro cubierto a medias por su redondez. La mirada de tus oscuros ojos basta
para que mi vergüenza se pierda entre mis piernas que te invitan a encontrarla.
Mis dedos se enredan en tu largo
cabello sintiendo cada movimiento que haces para calmar tus ansias en mi
cuerpo.
Cetro grandioso que hundes
reclamando tu templo, santuario de un solo rey, a tu merced se doblega. Inundas
cada recinto con el agua justiciera que se abre paso a embestidas conquistando mi
reino que ahora es tuyo.
Hombre de arena que roza mis
mares haciéndolos suyos, que forma en mí tempestades y murmullos. Ven por mí, tómame……….hoy es siempre.
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