sábado, 26 de noviembre de 2016

HOMBRE DE ARENA

“Es guapo” – me dicen mientras mi pecho henchido se llena de orgullo y febril deseo. Mis labios se arquean hacia arriba dibujando una sonrisa al saberte mío.
Tu barba dibuja tu rostro, lo hace atractivo y salvaje, con mis ojos inquietos contemplo tu imagen, mi dedo la delinea deseando tocarte.

Los recuerdos se arremolinan en mi mente. Nuestras noches, nuestros días, nuestras horas. Cada vez que fui tuya y fuiste mío.  No puedo esperar tocarte nuevamente.

Cierro los ojos y con candor me acaricio el hombro con la mejilla sonrosada. Mis manos palpan toda esta piel que es tuya, solo tú me la reclamas. Mis piernas en un suplicante gesto se unen rozando muslos que no reemplazan tus lascivas caricias.

Mi busto, que adoras, sube y baja llevado por mi agitado respirar al pensarte, al ensoñarte sobre ellos, al ver tu rostro cubierto a medias por su redondez. La mirada de tus oscuros ojos basta para que mi vergüenza se pierda entre mis piernas que te invitan a encontrarla.

Mis dedos se enredan en tu largo cabello sintiendo cada movimiento que haces para calmar tus ansias en mi cuerpo.

Cetro grandioso que hundes reclamando tu templo, santuario de un solo rey, a tu merced se doblega. Inundas cada recinto con el agua justiciera que se abre paso a embestidas conquistando mi reino que ahora es tuyo.


Hombre de arena que roza mis mares haciéndolos suyos, que forma en mí tempestades y murmullos.  Ven por mí, tómame……….hoy es siempre. 

lunes, 21 de noviembre de 2016

PRINCESAS II

Y Rapunzel lanzó su cabello una vez más, ese cabello que había caído tantas veces en busca del amor de su vida. Aquel cabello mágico curador de todo, dador de vida y juventud. Aquel cabello que la condenaba a la cárcel que era su vida.

La alta torre la protegía del mundano ruido, de la febril vida, de las pasiones y el fútil día a día. Las sombras bailaban alrededor de ella, de las piedras de las cuales estaba hecha.

Ella en la ventana mecía su rubia cabeza, el movimiento suave y parejo la mantenía en un trance tranquilo. Sus largas trenzas colgaban tensas cargando el peso del tiempo, de la pasión y del amor verdadero que se deslizaba a diario por su ventana.

Se cruzaban cual doradas cuerdas al movimiento de la princesa, adelante y atrás, de lado a lado lo acunaban.

Príncipe que la amaba a diario, que hacía suyo su cuerpo y llenaba su oído de palabras tiernas. Príncipe que era su destino y su camino, que colmaba su boca de besos, de lengua y de te amos.

Príncipe que se alejaba después de poseerla, que no la liberaba, que la mantenía cautiva sin esperanza verdadera. Príncipe que perdió la cuenta y la razón de su existencia en el cuento. Príncipe que se olvidó de que era el caballero andante, el salvador, el príncipe azul.

Ahora no lo veía tan galante, echando su mirada hacia abajo lo veía entre sus trenzas, sostenido con la seguridad que le daba su larguísimo cabello. Pero esta vez ya no trepaba, ya no se acercaba con su sonrisa perfecta. Esta vez se estaba yendo, acabada su rutina bajaba una vez más.

Sólo un movimiento fue necesario para su propósito. Un movimiento rápido y brusco como el zumbido de un rayo.

El cabello formó collar de oro alrededor del real cuello. Sus pies se sacudieron agónicos y con su último esfuerzo levanto la mirada hacia su verdugo, la hermosa princesa que lo miraba desde lo alto de la torre, dueña de la dorada horca.

Rapunzel disfrutó del balanceo y de la visión de las pequeñas venas que fueron reventándose, los globos oculares convertidos en un pequeño mar de sangre donde los iris se ahogaban iban apagando la vida de su otrora amor.


"Debiste haberme liberado" – susurró mientras el viento se llevaba sus palabras y golpeaba el cuerpo, que colgaba a mitad del camino, contra las piedras. 


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DIABLO

Pensé que el diablo tenía los ojos rojos, ojos en los que el infierno se refleja, que apagan el mismo fuego del averno y hacen hervir la sangre de los condenados con solo posar su mirada demoníaca sobre ellos.

Pero ¡Ay! errada estaba yo en mis pensamientos.

¡Son azules!

Azules como el reflejo de un mar en calma, como las burbujas de jabón que alocadamente creamos y matamos con nuestros dedos cuando niños. El hermoso azul de la calma, de ese que los psiquiatras dicen que nos dará paz.

El príncipe me miró son sus dos faroles encendidos en chispas añiles. Matome entre marina quietud. Desmembrome entre el sosiego de su azul mirada. Desollome voluptuosamente tocando mi piel y arrancándola sin piedad, sin despegar su azulada mirada de cada curva de mi cuerpo. Febriles garras se posaban en la redondez de mi seno desprendiéndolo de mi ser para terminar en sus fauces.


No respetó la divinidad de mi intimidad quebrantando mi bragadura con su lengua impía antes de consumir mi sangre dejándome como vacío envase, reflejando su azul mirada en cada gota de mis lágrimas sanguinolentas que bañaban sus párpados, cerrándolos enajenados, cubriendo sus brillantes pupilas antes que los míos cubrieran las mías perpetuamente.  



viernes, 11 de noviembre de 2016

FISIOLOGIA DE MI INSPIRACION

Aburrida estoy sin ideas en la mente.
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Gotas de sangre corren por dentro de mi cráneo bajando lentamente por él, recubriéndolo todo. Sólo yo puedo verlas si mis ojos se voltean en un grotesco movimiento.

Brilla el interior de mi cabeza de un color escarlata a punto de explotar.

La sangre fluye llenando mi cuerpo como un contenedor, como una botella de vidrio. Desde mis pies la siento bullir, escalando por mis órganos, cubriéndolos con su espesa presencia. Burbujas como rubíes revientan abriéndose paso hasta llegar a mi masa encefálica que en explosión de sanguinario júbilo, se rinde ante el líquido ferroso que llena cada sentido, cada neurona.

Saboreo sangre,
Veo su bermejo color,
Huelo su oxidado olor,
Oigo el borbotear de su recorrido,
Palpo su viscosa textura con mis manos,
Llena con ímpetu cada dedo con la fuerza de una erección que desfoga, finalmente, sobre hojas en blanco, goteando cuentas rojas que uniéndose forman letras, que forman líneas, que forman párrafos, que forman mis obras.


- Mendiel -