En aquel viejo convento yace muerta, yace fría
Una joven religiosa de albos tules ya vestida
No se mueve, no respira, ya no ronda por la vida.
La belleza de la niña aun luce inalterada
Aunque pálida e incólume su piel sin mancha quedaba
Los cirios alrededor brillan en un baile santo
Formando sombras eternas al ataúd rodeando.
De repente de algún lado un joven monje
salió
Se acercó a la religiosa, sus blancas
manos besó
Toda la tristeza y pena en su rostro se
mostraban
Como gime, como llora, al ver a la
desdichada.
Se arrodilla al lado del cuerpo de la
virgen fallecida
Tiemblan sus manos y labios al
mirarla allí tendida
Y pronuncia balbuceando con la mirada
perdida
"¿Por qué Dios, por que llevarla, por
qué no acabas mi vida?"
Y como un blanco fantasma, como un orate
sin mente
Besa a la muerta en los labios, en el
rostro y en la frente
Abraza a la yerta dama rodeándola con
dulzura
"No te mueras, no me dejes, no me des
la desventura"
"Abre los ojos mi vida, lléname de
tiernos besos
No dejemos que tus padres nos separen como
antes
Que porque no nos amemos te llevaron al
convento
Sin pensar que aquel encierro para ti sería
un tormento"
"Llévame por favor Dios, te ofrezco
mi alma inmortal
Pero deja que ella viva, que ella goce de
la vida
Que sea feliz con alguien que la ame como
yo"
Y con un beso en la boca su ofrecimiento
selló.
Al día siguiente el sol brilló sobre el
campanario
El cuerpo del joven monje yacía
desfallecido
Al costado de su amada lo encontraron ya
tendido
Murió de tristeza y llanto, de pena y
desolación
Se fue con su bienamada, juntos con
adoración
Muertos en el mismo lecho siempre unidos
dormirán
El monje y la joven dama para siempre
yacerán.
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