La lluvia caía
insistente en diminutas gotas brillantes, el viento movía las ramas de los
árboles haciendo que chocaran contra mi ventana no dejándome dormir. Me tapé
hasta la nariz con las mantas, la humedad y el frío condensaban mi respiración
formando nubes de vapor que salían de mi boca.
La oscuridad era impenetrable,
apenas mancillada por la luz opaca que entraba a través de la ventana empañada.
Los golpes en el
vidrio evidenciaban la fuerza del viento que agitaba las ramas, pero, recordé,
no existía ningún árbol cerca de mi ventana.
Me hundí aún más en
la cama sin atreverme a mirar hacia la ventana, un escalofrío recorrió mi
espalda y sentí mi frente crisparse humedeciéndose de sudor frío. En ese
momento lo escuche, me hablaba al oído como hace muchos años antes: " Diego,
acá estamos, nunca te dejamos, haz crecido"
Me sobresalte
terriblemente, mi cuerpo se paralizó, abría la boca en un grito silencioso, mi
garganta seca no emitía sonido alguno, mi corazón desbocado latía en mis oídos,
miraba la puerta de la habitación buscando ayuda pero la veía alejarse cada vez
más. Me senté en la cama haciendo el más grande esfuerzo: "ahora síguenos,
nosotros no somos de los que debes temer". Un recuerdo infantil brilló en
mi mente entre todo el cúmulo de emociones que se atropellaban en ella; siempre
ocultándome de las sombras, no queriendo escucharlas, las voces buenas y las
voces malas, siempre ganaban las buenas, las obedecía, este era el mismo caso,
querían salvarme nuevamente:
"Vamos Diego, te alcanzarán, párate y síguenos".
Me puse de pie
siguiendo a la voz que insistía apurada. Salió por la ventana esperándome:
"No pasará nada, es la única forma de salvarte".
Abrí la ventana
saliendo por ella, mi cuerpo sintió el vacío al caer, el viento hizo volar mi
cabello, el piso se acercaba mientras esperaba que ellos me salvaran. El sonido
de mis huesos quebrándose me sorprendió, no lo esperaba; el sabor a hierro de
la sangre inundó mi boca, mi vista se
iba nublando mientras cada vez más débil escuchaba: "ganamos esta vez".
Cuando la pequeña abrió la venta me dije "Nope, estoy seguro que esas no son las voces buenas" tristemente estaba en lo correcto. Excelente como siempre y me alegra que tengas un nuevo blog. Saludos.
ResponderBorrarGracias por el comentario Jorge. Si tengo este nuevo blog, el anterior estaba fallando. Iré pasando los relatos aqui. Saluditos :)
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