*Relato presentado al concurso Microlove III del Círculo de Escritores.
Tu piel entre mis dedos, la
suavidad de sus curvas en relieve, las concavidades donde se pierden mis manos
deseosas de ti; tus poros, pequeños puntos que destilan fuego cuando nos
amamos, los vellos de tu cuerpo que se erizan al roce de mis caricias que impetuosas
te descubren palmo a palmo.
Qué sentido tan perfecto el del tacto que en el
manto sagrado cual sudario cubre los huesos y músculos que forman la beldad de
tu belleza. La suavidad de la carne voluptuosa que se torna inflamada al ser
tocada y besada. Dermis de tus miembros, tu vientre, tu cuello, tus pechos
turgentes que se yerguen fieros al sentir mi aliento recorrerlo entero.
Tú quieta y dormida aceptas mis
mimos, sin decir palabra, sin hacer un ruido. Yo beso tu cuerpo, te abrazo y suspiro, tu
cuello silente vibra limpiamente mostrando el latido del pulsar de vida.
Y paso la noche en tu tibio
cuerpo hasta que el sol comienza a levantarse, te cubro de besos al tener que
irme y regreso mustio con cabeza baja, arrastro mis pasos y mi alma reposa
vuelta a mi cadáver escapado de su fosa.
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