Y de la jaula yo salí volando, al
fin libre entre tanto polvo, alas sucias como desperdicios, lágrimas caídas
desde el ojo raudo. Brillantes pupilas de pájaro mustio que acallado el pico al
final piaba. Encerrado el pico, las alas cortadas, aleteaba dentro de jaula
lacrada.
Pagando el precio de su libertad,
marcas y huellas en su cuerpo magro, heridas tantas que hieren el alma, más que
el mismo golpe, laceran palabras. Tan solo piaba en cruel encierro con el poco
alpiste que caía dentro y el cuenco de agua le daba consuelo mirando el reflejo
que lo acompañaba.
Pecho adolorido de mi alma
partida que lloró en silencio traición desmedida, al fin mira abierta la puerta
cerrada, sus ojos le brillan, agita las alas. Respira con ansias el aire
lejano, que ahora se le abre enseñando el mundo. Cruel captor que selló la
cárcel, ya no humillará, prensará las alas, no la obligará a amar sin amarla,
ya no lo verá visitar más jaulas.
Ahora con miedo asoma su pico a
la puerta abierta que el mundo le ofrece, a volar se atreve entre tanta nube
buscando una rama segura y turgente. Ahora por fin mirará los árboles, sentirá el
olor de las hojas frescas y quizá mañana pueda hacer su nido en algún paraje sin
jaulas ni rejas.
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