Hoy supe que me dejabas.
No quiero ser un poeta que se queja de su suerte, ni dirá que el árbol muere y que las hojas del amor marchito caen en el camino que traza su vida llena de otoños.
Ni que pasa una tormenta, la tormenta de su vida que ahoga sus pulmones en la masa de agua que es tu amor que se va entre olas de añoranza.
Tampoco seré dramático y lloraré agitado en un rincón de mi cuarto, de nuestro cuarto que vio miles de noches tu desnudez más profunda. La desnudez que está bajo la piel y toca los miedos y el alma.
No humedeceré con lágrimas las sabanas que acunaron nuestros cuerpos en llamas. Aún necesito el olor de nuestro chamuscado sexo.
Finalmente no te detendré, miraré tu camino separarse del mio, tu alma coloreada dejar la mía a oscuras, tus palabras diarias enmudecer mis días, tus ojos sonrientes cubrirse por los párpados que avivaran mi angustia, tu olor tornarse en amargo desvarío, tu cuerpo entregado separarse del mío.
Hoy no me quejaré, lo haré mañana y lloraré tu olvido.
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