Habitación en penumbra. Entre
sueños mis ojos se posan en la ventana entre
abierta, las cortinas se mueven
al compás del viento y éste entra sin
permiso silbando en mis oídos que despiertan a su llamado.
Bajo las frazadas que cubren mi
cuerpo, mis ojos se asoman buscando a la sutil luna que aparece entre las nubes
nocturnas. Mis pupilas son el reflejo de ella y de sus rayos plateados.
Mis ojos se entrecierran por los
brazos del sueño que me acuna, la luna y sus hermanas nubes van desapareciendo
de mi vista para dar lugar a la oscuridad de mis párpados.
Espero que la hermosa luna se
desvanezca, pero, ¿qué pasa con la matrona de las noches? ¿con la señora musa de trovadores y
suicidas? Se me acerca sin cesar, sin
parar se me aproxima. Estira su cuerpo
esférico en un camino largo de chispas plateadas que se cuelan por el marco de
mi ventana creando una pequeña poza de plata al
pie de mi cama. La brillante esencia se levanta, sus formas
sinuosas se mueven lentamente formando un cuerpo perfecto.
Preciosa mujer del espacio,
arrebato de poetas hecho piel bajada de
la bóveda estrellada. Me cubre, me besa con su lengua fulgurante que ilumina mi mortal tez en su
camino. Me dejo llevar por su presencia
celestial, por su sideral ternura. Agasajo mis manos con la perfecta entidad,
busco el lado oscuro de la luna que se me ofrece como dama aparecida. Lo
encuentro, lo tomo, lo poseo. Es mía la soberana de la noche en sus cuatro
fases, en menguante vergüenza y creciente lujuria. Estimula las mareas de mi vientre con su
poderoso influjo, me permite desbordarme en las entrañas de su Mar de la
Tranquilidad y crear vida en su estéril superficie.
Solo soy un poeta enamorado de
ti, diosa nocturna.
*Gracias a Isa por la inspiración.
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