Fin
Ahora sabía cómo se sentía que separaran la piel de
sus huesos.
Lo encontraron muerto, con los ojos fuera de sus
órbitas y el cuero cabelludo arrancado.
La cabaña del viejo, desordenada y con olor a sangre
coagulada, sería muda testigo del actuar de aquella bestia.
Rondaba por los bosques, fuera de los caminos de
tierra, oculta por los árboles, rocas y enmudecida por el sonido del río.
Su larga silueta de sombras oscuras opacaba el bosque
a su paso, sus dedos delgados de madera de apariencia cadavérica rozaba las
plantas y el sonido que salía de su boca, un hueco negro sin fin, erizaba los
pelos de aquel que la escuchaba.
La naturaleza vengadora se hizo piel y huesos en una
forma inimaginable y salvaje, no permitiría que sus criaturas fueran llevadas,
menos muertas tan cruelmente.
El hombre había ido en busca de la masacre animal, de
arrancar pieles y vidas.
Su negocio daba ahora más dinero del imaginado por
aquel viejo peletero.
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