viernes, 8 de septiembre de 2017

¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MI!


*Favor de leer el presente relato con la melodía adjunta.

Los brillantes colores de mi tiara de princesa reflejaban, en este día de setiembre, los rayos que el sol hacía lucir como partículas de oro en un haz de luz que penetraba por la ventana del castillo de ventanas góticas terminadas en punta como la más filosa espada.

Mi vaporoso vestido bailaba conmigo en una danza etérea acompasada con la música de violines que sólo yo escuchaba. Mis padres mil veces me habían tratado de convencer de que esas melodías no existían pero mis dedos reventándoles los ojos con la presión de solo mi fuerza, los habían persuadido de su existencia.

Sus cabezas me acompañaban ahora como pequeños candelabros para una sola vela y custodiaban a las de mis otros invitados que presas de la emoción de mi cumpleaños habían venido a saludarme.

No sé porque me niegan el placer de danzar mi baile, no sé porque no escuchan lo que yo, no sé porque me miran con ese rostro desencajado, no sé porque sus lenguas son tan difíciles de arrancar, pero no imposible, nada es imposible con la fuerza que nos da Dios padre.

Siempre respeté a nuestro Señor, siempre me inculcaron la fe católica. Por esto agradezco cada año al creador por uno más de vida. Especialmente éste en que me había rodeado de mis seres más queridos, los cuales me festejaban entregándome su más preciado don, la vida mortal que representada en sus cuerpos desmembrados daban el color y la humedad a mi pastel de cumpleaños.  Soplemos las velas.  


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