jueves, 26 de mayo de 2016

DORMIDA

*Relato presentado al concurso Microlove III del Círculo de Escritores.


Tu piel entre mis dedos, la suavidad de sus curvas en relieve, las concavidades donde se pierden mis manos deseosas de ti; tus poros, pequeños puntos que destilan fuego cuando nos amamos, los vellos de tu cuerpo que se erizan al roce de mis caricias que impetuosas te descubren palmo a palmo. 

Qué sentido tan perfecto el del tacto que en el manto sagrado cual sudario cubre los huesos y músculos que forman la beldad de tu belleza. La suavidad de la carne voluptuosa que se torna inflamada al ser tocada y besada. Dermis de tus miembros, tu vientre, tu cuello, tus pechos turgentes que se yerguen fieros al sentir mi aliento recorrerlo entero.

Tú quieta y dormida aceptas mis mimos, sin decir palabra, sin hacer un ruido.  Yo beso tu cuerpo, te abrazo y suspiro, tu cuello silente vibra limpiamente mostrando el latido del pulsar de vida.


Y paso la noche en tu tibio cuerpo hasta que el sol comienza a levantarse, te cubro de besos al tener que irme y regreso mustio con cabeza baja, arrastro mis pasos y mi alma reposa vuelta a mi cadáver escapado de su fosa. 

1 comentario:

  1. Una noche mas, atravieso peldaño a peldaño la interminable pero justa carrera hacia mi habitación, la última del último edificio del último sitio de pie.
    Mi cuerpo agotado, sediento pero húmedo de cansancio, traspasa la puerta y se somete a la rutina de la vigilia.
    En la oscuridad trato de buscar tu silueta, pero solo aparecen los fantasmas de siempre, la tentación, el hartazgo y la soledad, que aunque encienda la luz siempre los veo ocultarse tras las cortinas.
    Me remato en la cama y observo la nada y mi mente comienza a acostumbrarse a soñarte despierto. A imaginarte en un lecho blanco, con tu aún mas blanco camisón de noche, como un gato en un sueño eterno, reposando sobre tu costado mas vulnerable.
    La delicada tela que te cubre es perfecta para dibujarte, dejando sin lugar a duda las formas de tu contorno, insinuando inocente.
    Y toda esta penumbra no es capaz de detener mi mano que se levanta y te acaricia en el aire. Solo te miro, no te toco, no te hablo. Tan lejos estoy que ni sabes de mi existencia, así que no debes preocuparte. Ni siquiera soy capaz de quitarte la ropa, no en mis sueños. Me limito a observarte, a respirar tu aire, quisiera separar ese cabello que corre por tu mejilla, y al mirar por tu ventana ver las sombras que no se animan a entrar con tanto resplandor.
    Asi es como se mata a una persona de a poco, privandola de dormir, dejando que se ahogue en su propia imaginación. Donde lo real ya deja de existir y da paso a lo onírico.
    Como un juego en el cual tu no participas, sino que eres quien siempre gana, porque yo, a la distancia, no puedo hacer otra cosa más que extrañarte.

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