Hermoso Lucifer de grana rizo
¿Qué miran tus ojos con destellante rabia? ¿Qué enmarcan tus pestañas que
rodean los rayos de fiereza que te carcome el alma? ¿Por qué las cejas
fruncidas que apretujan tu nácar piel llenándola de arrugas? ¿Qué objetivo
puede socavar tu alma haciéndote odiar con la mirada? Se inquirían querubines,
arcángeles y ángeles en sacra reunión en la bóveda estrellada.
El precioso Lucifer lloraba
escondido entre nubes de algodón, su sumisión. No se explicaba porque no podía
ser tan amado como Dios. No era acaso el ángel más hermoso? Tan grandiosa
belleza que si un mortal lo viera moriría de impresión. Renegaba ahora de la divinidad que no dejaba
escoger, al hombre, a quien amar. A la egoísta deidad amante de la
omnipotencia.
Se rebeló entonces y levantó en
dos bandos a los ángeles y arcángeles,
sus antiguos compañeros. Cuantas alas rotas sobre noble suelo. Guerra santa en
verdad lo que provocó su creencia en el albedrío.
Echado fue, desterrado al mundo
más vil y oscuro. Lucifer vagaba en la tierra, se arrancó las alas en un acto
de rebelión contra la santidad de su significado. Marcas en forma de hoz
quedaron en su espalda adolorida. Hoces ensangrentadas, recuerdos de la pertenencia
al reino de su nombre.
Levantó los brazos al infame
cielo, separolos fuerte abriendo montañas y en el medio aparecieron flamas que
ardientes formaron camino al Infierno. Su nido, su fundo, el ardiente subsuelo
que lo recibía como dulce hogar, donde esperaría a aquellos rebeldes que
arranquen sus alas con sus propios dientes y llenos de orgullo, icen el
tridente.
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