Tus manos aun rozan mi cuerpo caliente, aun tu mirada se reposa
en mí.
Todavía tus labios paséanse tibios, mi piel aun siente tu
aliento, tu peso, tu fuerza, tu brío, tu pasión por mí.
Tus ojos ladinos me desvisten fieros, antes que tus manos
despojen mis ropas, mi virtud, mi boca, mis labios más íntimos, que con tu
mirada se sonrosan más.
¿Acaso no entiendes señor de la noche que tan solo viéndome me
haces tuya ya?
¿Y que con tu boca, tu lengua salvaje me posee entera antes
de empezar?
Con tus manos me armas y desarmas, soy lo que tú quieras,
como quieras ser. Yo no pongo peros, ni te pongo frenos, yo soy la muñeca que
te da placer.
Que disfruta loca de cada caricia, de cada gesto y mueca que
te hace brotar.
Y así confundidos en la misma cama, ángel y demonio consuman
su amor, sin saber quién es el de las alas blancas y quien es el negro señor
del terror.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario